“Es ahora, por el contrario, cuando la realidad social, política y económica ha abierto un hueco a la mujer, acogiéndola en 'igualdad de condiciones que el varón' –al menos aparentemente–, cuando se impone y se necesita esa claridad última que solamente surge cuando las cuestiones prácticas están resueltas. Es ahora, aprovechando la tregua, cuando se hace posible y necesario mirar detenida, objetivamente la cuestión”.
Como decía María Zambrano (1904-1991), posiblemente la última gran filósofa española, es necesario mirar detenidamente (todavía ahora, más ahora) el tema de la mujer y de la "aparente" igualdad de condiciones con el hombre.
Ese hueco que existe y es real, todavía es insuficiente. A pesar de que algun@s ya no creen necesaria esta reivindicación, como si ya estuviera lograda la sociedad perfectamente igualitaria.
Pero no. Que se lo pregunten a las trabajadoras que cobran menos que los hombres por el mismo trabajo, a las mujeres que trabajan fuera y dentro de casa (aunque ellos ya se implican más), a las embarazadas que son despedidas por su estado o que no son contratadas por ello, a las mujeres que deben elegir entre su profesión y su familia, a tantas mujeres que deben sacar adelante solas a una familia, a las que sufren violencia, en el trabajo o en el entorno familiar...
La maternidad, que es lo único que permite que nuestra especie no desaparezca, no es un valor en el mundo actual. Al contrario, es lo que determina la brecha salarial entre ambos sexos en el trabajo. Las políticas de conciliación de la vida familiar y laboral, todavía no llegan a todos los sectores y para las mujeres, ser madres supone motivo de discriminación, de menores salarios y, fundamentalmente, un sobre esfuerzo permanente.
Pero el problema va más allá de las condiciones laborales. Es una cuestión de mirada, de la sociedad sobre la mujer y de la mujer sobre si misma. Es necesario que se reconozcan los valores de la mujer, y es necesario que empiece ella misma a romper los límites que se le imponen y los clichés que la constriñen. La sociedad moderna nos trajo otro cliché, el de "sexy", y parece que las mujeres debieran estar hipersexualizadas y en lucha consigo mismas para llegar a ser "mujeres 10" (concepto que solo implica lo físico, y no sus cualidades intelectuales o emocionales).
Todo cliché y toda desigualdad no solo perjudica a las mujeres, los hombres tampoco ganan con ello, porque lo que ganan en control y en poder lo pierden en humanidad.
Deberíamos aspirar a una sociedad para las personas, todo ser humano debería nacer con las mismas oportunidades para desarrollar sus particulares cualidades y tener una vida digna. Mujeres, hombres, personas jóvenes y ancianas, personas con diferentes opciones sexuales, personas con discapacidades u otras capacidades (físicas o mentales), personas con diferentes razas y culturas... la diversidad no debería ser un factor de exclusión, sino una riqueza a valorar y mucho.
Para ello necesitamos una mente clara y un corazón generoso. Difícil, pero posible.
Más información en la página de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
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