La conducta externa, debe coincidir con la
experiencia interna. Eso no sucede habitualmente, generándose en las personas
esa vida contradictoria, "dividida" entre lo que hacen y dicen; entre
lo que piensan y sienten, etcétera. Pensar en una dirección, sentir en otra y
actuar en otra diferente, es lo más común y ello no puede solucionarse a menos
que se esté instruido y se intencione. Los principios o reglas de acción válida, deben
servirnos para la vida diaria, para darnos un sentido coherente.
2° El Principio de acción y reacción. "Cuando fuerzas algo hacia un fin, produces lo contrario"
Este principio destaca que las personas y las
cosas tienen determinados comportamientos y que resisten o facilitan nuestros
proyectos si actuamos adecuadamente. Cuando movidos por impulsos irracionales,
presionamos algo contra su propio comportamiento, observaremos que podrá ceder
ante nuestras exigencias, pero la consecuencia a corto o largo plazo, será que volverán
efectos distintos a los que queríamos lograr.
El ser humano es forjador de acontecimientos,
da dirección a las cosas, tiende a planificar y cumplir proyectos. En suma, se
dirige hacia fines. Pero la pregunta es: ¿cómo va hacia sus fines? ¿Cómo hace entender a otra persona la solución
de un problema presente: la violenta o la persuade? Si la violenta, ahora o
después habrá reacción. Si la persuade, ahora o después se sumarán las fuerzas.
Muchos piensan que "el fin justifica los
medios" y obran forzando todo a su alrededor, logrando a menudo resultados
exitosos. En ese caso, la dificultad viene después. El fin se ha logrado, pero
no se lo puede mantener por mucho tiempo.
El Principio que estamos comentando, se refiere
a dos situaciones distintas. En una, se obtiene el fin buscado, pero las
consecuencias son opuestas a lo esperado. En otra, por forzamiento de
situaciones, se obtiene un "rebote" desfavorable. Trataremos los dos
casos con una leyenda y con una enseñanza. Veamos el primer ejemplo.
El viejo Sileno era un sátiro (mitad chivo y
mitad hombre), que aconsejaba sabiamente a Dionisos (dios del vino). Su
espíritu era profundo y juicioso, pero estaba disimulado bajo una apariencia
grotesca.
Por motivo de su aspecto, un día fue capturado,
mientras dormía, por unos campesinos.
Estos, orgullosos de su presa, llevaron a
Sileno cargado de cadenas ante el rey del lugar, llamado Midas.
Midas reconoció la naturaleza del sátiro y
luego de liberarlo hizo en su honor grandes fiestas y homenajes, rogándole que
perdonara a los campesinos por la confusión producida. El sabio Sileno así lo
hizo y quiso además retribuir el espíritu piadoso del rey.
-Pide
lo que quieras y te lo concederé -dijo Sileno- pero sé razonable ya
que lo que doy no puedo luego quitar.
Entones Midas, pidió al sátiro aquello que
durante toda su vida había deseado. Pidió convertir en oro lo que tocara,
explicándose de este modo: "Mi reino
es pobre pero su gente es bondadosa y unida. Si yo fuera rico, la felicidad
sellaría tanto esfuerzo y tanta privación; todo el reino se vería beneficiado
por el don de su rey bienamado”.
Sileno hizo su concesión a Midas y desapareció.
Inmediatamente, las vestiduras que estaban en
contacto con el cuerpo del rey se convirtieron en oro. Entonces, Midas comenzó
a recorrer sus dominios y a convertir en oro las casas de los campesinos, sus
estanques, sus cultivos y sus animales, ante el asombro y el agradecimiento general.
Pero vuelto al palacio esa noche un clamor
lastimoso subió hasta él... Los súbditos llegaban con quejas crecientes.
-¡No
puedo ordeñar mis cabras de oro! -dijo uno-, y mi familia se quedará
sin leche y sin carne.
-¡Los
cultivos no darán frutos! -gritaron
otros.
Y así fue llegando al rey todo tipo de
lamentos.
Midas, meditando la solución del problema escanció
vinos y llevó a su boca los alimentos y los frutos. Todo fue entonces de oro y
no hubo líquido ni alimento que pudiera tragar.
En tal situación su mujer fue a reconfortarlo
acariciándolo, pero de inmediato quedó convertida en la más hermosa estatua de
oro.
Midas, hizo penitencia invocando a Dionisos
para que rompiera el sortilegio de Sileno. Y el buen dios volvió todas las
cosas a su principio.
El oro se esfumó, las cabras volvieron a ser
cabras, y los estanques volvieron a contener las aguas; los cultivos se
agitaron al viento y la mujer del rey salió de su sueño de oro. Entonces Midas
pudo comer, pudo beber y agradeció con su pueblo al dios, el haberles concedido
la pobreza.
Veamos a continuación, la enseñanza referida al
"rebote" de la acción:
Buda dijo: "si
un hombre me daña, le devolveré mi cariño; cuanto más daño me haga, más bondad
partirá de mí; el perfume de la bondad siempre llega a mí y el aire triste del
mal va hacia él".
Un hombre insensato insulto al Buda y éste le
preguntó: "si un hombre rechaza un
regalo dedicado a él, ¿a quién pertenecerá?” Y el otro contestó: "en ese caso pertenecerá al que lo
ofreció".
"Bien -repuso Buda- te has mofado de mí, pero yo rehúso el regalo y te ruego que lo
guardes para ti: ¿No será esto un origen de miseria para ti?".
El embaucador no contestó y el Buda continuó:
"El
calumniador es como uno que arroja tierra a otro, cuando el viento está contra
él mismo; la tierra no hace más que volver al que la arrojó".
Los principios están tomados
de “La Mirada Interna, de Humanizar la
Tierra”.
Las historias con que son
acompañados han sido extraídas de textos anónimos y populares (en algunos casos
modificados sustancialmente), de distintas culturas.
Reflexión:
- Enumerar varios ejemplos de situaciones sociales donde pueda aplicarse este principio.
- Buscar relaciones con la vida
cotidiana.
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