lunes, 3 de octubre de 2022

Pasos hacia la no violencia


Con motivo del Día Internacional de la No Violencia, diversas organizaciones humanistas impulsan actos en decenas de ciudades de todo el mundo. El rechazo a la guerra, la necesidad de liberar todos los territorios ocupados y el desarme nuclear son el centro de sus reivindicaciones.

En el año 2007 Naciones Unidas proclamó el 2 de octubre como el Día Internacional de la No Violencia, conmemorando el nacimiento de Mohandas Karamchand Gandhi, el 2 de octubre de 1869, y reivindicando su forma de lucha en base a la no violencia activa.

Como metodología de acción política, la no violencia se inicia en la India, con Gandhi, pero hay un pensamiento previo, una corriente que aspira a superar la guerra y la violencia como maneras, ya no válidas, de enfrentar los conflictos. 

Mohandas Gandhi (1869-1948) tuvo una gran inspiración en León Tolstoi (1828-1910), famoso escritor ruso que defendía la resistencia no violenta ante el mal. Ahí empezó una amistad por correspondencia, que inspiró a Gandhi su filosofía de la satyagraha que no admite la violencia y que encuentra su fortaleza en la defensa de la verdad pero sin perseguir el sufrimiento del oponente, sino su conversión. Para ello los medios deberán ser acordes a los fines: no se usa la violencia para lograr la paz.

Gandhi recibió su apelativo de Mahatma («alma grande») de Rabindranath Tagore, otro defensor a ultranza de la no violencia. Tagore (1861-1941) fue un poeta y filósofo indio que se esmeró por lograr una mejor interpretación entre la civilización occidental y la oriental, pues entendía que el este y el oeste no son enemigos y que pueden entenderse. Devoto de la paz, Tagore denunció el nacionalismo y la violencia. Intentó inspirar a los seres humanos el sentimiento de que hay muchas cosas que nos unen.

Tolstoi, a su vez, se inspira en Henry David Thoreau (1817-1836), poeta y filósofo estadounidense, pionero de la ecología. Escribe La desobediencia civil, donde propone la insurrección frente al Estado y la no violencia. Ideas que llevó a la práctica negándose a pagar impuestos para protestar contra la guerra con México y la esclavitud. Su pensamiento se refleja en su estilo de vida y tenía claro que la justicia está por encima de la ley, ya que la primera es un valor moral constante y la segunda es una norma transitoria. Por ello, defendía las acciones en el límite de lo legal, o incluso ilegales, destinadas a mejorar las condiciones sociales.

La vida de Gandhi sería un referente para otro activista de los derechos civiles: Martin Luther King (1929-1968), quien lideró una marcha en Washington a la que acudieron más de 250.000 personas reclamando la igualdad para todas las razas y un año más tarde, en 1964, se aprobó la Ley de Derechos Civiles en EE UU. Junto a él estuvo Rosa Parks (1913-2005), organizando juntos boicots contra la discriminación en el transporte público.

Otra experiencia extraordinaria la encontramos en el camino de la violencia a la no violencia realizado por Nelson Mandela (1918-2013). Luchó por erradicar el apartheid (segregación) en Sudáfrica y lograr la igualdad entre las razas. Involucrado en acciones violentas que le llevaron a pasar 27 años en la cárcel, sin embargo, tras su liberación, llegó a presidente de Sudáfrica cambiando el rumbo de su país, abogando por la reconciliación como condición necesaria para una nueva nación.

Rigoberta Menchú (1959) fue una de las primeras activistas conocidas internacionalmente por la defensa de los derechos de los pueblos indígenas americanos y como mediadora en procesos de paz en Guatemala.

Mario Rodríguez, Silo (1938-2010) inició el Movimiento Humanista, que se proyectó en partidos políticos, organismos sociales y culturales en un intento de hacer realidad el ideal de humanizar la Tierra. Su pensamiento parte de lo humano como histórico-social, como memoria e intención. La conciencia no sería un reflejo pasivo del mundo, sino que su esencia es la transformación del entorno y de sí misma. Esa libertad puede ser usada para negar nuestro cuerpo, negar la intencionalidad de otros y usarlos como prótesis de nuestra propia intención. Ahí está la raíz de la violencia, que solo puede superarse a través de un estilo de vida y de unas acciones que no nieguen la intención de los otros.

Construir un mundo sin violencias no es tarea fácil, pero nos apoyamos en lo iniciado por otros, para seguir avanzando y resistir la violencia aprendida y la que sigue creciendo en nuestro mundo desigual...



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