domingo, 30 de septiembre de 2018

Encuentro poético de verano



El pasado 25 de julio celebramos un nuevo encuentro abierto de poesía. Un espacio para encontrarnos y leer poesías, propias o de nuestros poetas favoritos, para comentar, disfrutar e inspirarnos.

María Zambrano escribía en su Filosofía y poesía:
«Asombrado y disperso es el corazón del poeta. No cabe duda de que este primer momento de asombro, se prolonga mucho en el poeta, pero no nos engañemos creyendo que es su estado permanente del que no puede salir. No, la poesía tiene también su vuelo; tiene también su unidad, su trasmundo.
De no tener vuelo el poeta, no habría poesía, no habría palabra. Toda palabra requiere un alejamiento de la realidad a la que se refiere; toda palabra es también, una liberación de quien la dice. Quien habla aunque sea de las apariencias, no es del todo esclavo; quien habla, aunque sea de la más abigarrada multiplicidad, ya ha alcanzado alguna suerte de unidad, pues que embebido en el puro pasmo, prendido a lo que cambia y fluye, no acertaría a decir nada, aunque este decir sea un cantar».
En este encuentro estival contamos con poesías de Elena Benayas, de Nicaragua, Carmen Polonio, poeta del barrio, que cuenta con varios poemarios publicados, y Olga Pardo. Además Pilar y Pricilla nos trajeron algunas de sus poesías favoritas que también incluimos más abajo.


Leímos los Siete sonetos medicinales del argentino Almafuerte (1854-1917), del que reproducimos el soneto Avanti:

Si te postran diez veces, te levantasotras diez, otras cien, otras quinientas;
no han de ser tus caídas tan violentas
ni tampoco, por ley, han de ser tantas.
Con el hambre genial con que las plantas
asimilan el humus avarientas,
deglutiendo el rencor de las afrentas
se formaron los santos y las santas.
Obcecación asnal, para ser fuerte,
nada más necesita la criatura,
y en cualquier infeliz se me figura
que no mellan los garfios de la suerte...
Todos los incurables tienen cura
cinco minutos antes de su muerte!

El poema Lieders, de la gran poeta gallega Rosalía de Castro, sobre la condición femenina y la libertad:

¡Oh, no quiero ceñirme a las reglas del arte! Mis pensamientos son vagabundos, mi imaginación errante y mi alma solo se satisface de impresiones.
Jamás ha dominado en mi alma la esperanza de la gloria, ni he soñado nunca con laureles que oprimiesen mi frente. Solo cantos de independencia y libertad han balbucido mis labios, aunque alrededor hubiese sentido, desde la cuna ya, el ruido de las cadenas que debían aprisionarme para siempre, porque el patrimonio de la mujer son los grillos de la esclavitud.
Yo, sin embargo, soy libre, libre como los pájaros, como las brisas; como los árboles en el desierto y el pirata en la mar.
Libre es mi corazón, libre mi alma, y libre mi pensamiento, que se alza hasta el cielo y desciende hasta la tierra, soberbio como el Luzbel y dulce como una esperanza.
Cuando los señores de la tierra me amenazan con una mirada, o quieren marcar mi frente con una mancha de oprobio, yo me río como ellos se ríen y hago, en apariencia, mi iniquidad más grande que su iniquidad. En el fondo, no obstante, mi corazón es bueno; pero no acato los mandatos de mis iguales y creo que su hechura es igual a mi hechura, y que su carne es igual a mi carne.* * *
Yo soy libre. Nada puede proteger la marcha de mis pensamientos, y ellos son la ley que rige mi destino.
* * *
¡Oh mujer! ¿Por qué siendo tan pura vienen a proyectarse sobre los blancos rayos que despide tu frente las impías sombras de los vicios de la tierra? ¿Por qué los hombres derraman sobre ti la inmundicia de sus excesos, despreciando y aborreciendo después en tu moribundo cansancio lo horrible de sus mismos desórdenes y de sus calenturientos delirios?
Todo lo que viene a formarse de sombrío y macilento en tu mirada después del primer destello de tu juventud inocente, todo lo que viene a manchar de cieno los blancos ropajes con que te vistieron las primeras alboradas de tu infancia, y a extinguir tus olorosas esencias y borrar las imágenes de la virtud en tu pensamiento, todo te lo transmiten ellos todo..., y, sin embargo, te desprecian.
* * *
Los remordimientos son la herencia de las mujeres débiles. Ellos corroen su existencia con el recuerdo de unos placeres que hoy compraron a costa de su felicidad y que mañana pesarán sobre su alma como soplo candente.
Espectros dormidos que descansan impasibles en el regazo que se dispone a recibir otro objeto que el que ellos nos presentan, y abrazos que reciben otros abrazos que hemos jurado no admitir jamás.
Dolores punzantes y desgarradores por lo pasado, arrepentimientos vanos, enmiendas de un instante y reproducciones eternas en la culpa, y un deseo de virtud para lo futuro, un nombre honrado y sin mancillar que poder entregar al hombre que nos pide sinceramente una existencia desnuda de riquezas, mas pródiga en bondades y sensaciones vírgenes.
He aquí las luchas precedidas siempre por los remordimientos que velan nuestro sueño, nuestras esperanzas, nuestras ambiciones.
¡Y todo esto por una debilidad!

También compartimos algunas poesías propias. Carmen Polonio, poeta del barrio de larga experiencia, nos leyó algunos poemas de su trilogía "Caminante", de la que publicamos uno de sus poemas.

Renacer

Un tiempo renace
en el espacio.
El abismo,
ya no es tan profundo;
ni el aire tan espeso,
ni despoblado el mundo.

Las horas de esos días
que cubrieran lutos,
ya esbozan un camino
donde seguir un curso.

Y arañan las espinas,
y brotan los capullos,
y la corriente lava
el pensamiento sucio.

Y a un "dios" incongruente
ya no le rindes culto
ni apagan las plegarias
el sentimiento tuyo.

El sufrimiento es vida,
el dolor es el pan duro
con que saciar al hambre
y el apetito puro.

Y seguirán saciando tu sed
esos mil jugos
de amores, de placeres,
de lágrimas, de nudos,
de soledades muertas
y de tiempos oscuros.

Y naces... más persona,
y creces... más adulto,
y el niño que abandonas
ya no está tan desnudo.

Por último un poema de Olga Pardo.

De lo alto a lo profundo
El plano medio quedó partido.
Y divididas quedaron las aguas del universo.
Las de arriba fueron estrellas,
llamando desde las alturas.
Y los humanos se irguieron,
sin duda,
para alcanzarlas.
Las aguas de abajo
se hicieron fuegos
que se metieron adentro
encendiendo emociones,
despertando sueños,
alentando interminables intentos.
Luego llegaron los dioses
reivindicando el invento.
Y las aguas de arriba
y las aguas de abajo
fueron perdiendo el puente
como mundos diversos
que ya casi no se entienden.
Mas las luces de cada plano
se hacen una
muy adentro.
Escondida, unas veces,
desorientada, tantas otras,
oculta pero no perdida.
Esperando a ser hallada
para conectar cierta estrella,
con sus muy profundas aguas.


Nuestro próximo encuentro será el miércoles 10 de octubre a las 19:30 h en el Centro de Comunicación Humanista Barrio del Pilar, c/ Ponferrada, 4 local, Madrid.



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