miércoles, 19 de febrero de 2014

El Principio de solidaridad: "Cuando tratas a los demás como quieres que te traten, te liberas"


Este Principio es de grandes consecuencias porque lleva a una apertura, a una comunicación positiva con los otros seres humanos. Sabemos que el encerramiento en uno mismo, genera problemas más o menos graves. El llamado "egoísmo" puede reducirse precisamente a un problema de encerramiento y falta de comunicación. El Principio otorga importancia al hecho de ir positivamente hacia los otros y complementa al Principio anterior que recomienda: "No perjudiques a otros", pero la diferencia entre ambos, es grande.

La enseñanza sobre la acción solidaria es una de las más antiguas de la humanidad. La Regla de Oro no impone una conducta, ofrece un ideal y un modelo a seguir al par que nos permite avanzar en el conocimiento de nuestra propia vida.

En el Diccionario humanista se escribe sobre la Regla de Oro: "principio moral, muy difundido entre diversos pueblos, revelador de la actitud humanista. Damos a continuación algunos ejemplos. Rabino Hillel: “Lo que no quieras para ti no lo hagas a tu prójimo”. Platón: “Que me sea dado hacer a los otros lo que yo quisiera que me hicieran a mí”. Confucio: “No hagas a otro lo que no te gustaría que te hicieran”. Máxima jainista: “El hombre debe esforzarse por tratar a todas las criaturas como a él le gustaría que le tratasen”. En el cristianismo: “Todas las cosas que quisierais que los hombres hicieran con vosotros, así también haced vosotros con ellos”. Entre los sikhs: “Trata a los demás como tú quisieras que te trataran”. La existencia de la regla de oro fue comprobada por Heródoto en distintos pueblos de la antigüedad. En el Nuevo Humanismo se dice: "trata a los demás como quieres que te traten".


Veamos el siguiente caso:

Un discípulo preguntó a Confucio: "Cuál es el hombre bueno?" El maestro respondió: "Puedes llamar hombre bueno al que ves por sus acciones buenas. Si un gobernante se desvive por su pueblo y sólo hace por él, puedes llamarlo bueno. Pero más que bueno es santo aquél que se fortalece primero en el conocimiento y luego lo da a otros. Aquel que consigue beneficios y luego lo da a otros. Aquél que hace con otros aquello que quisiera que hicieran con él. Por ello, sin ser gobernante cualquier súbdito puede ser santo en su medida y esto no depende de su rango ni de sus posesiones".


Reflexiones:


  1. Recordar situaciones en las que pudiendo hacer algo a favor de otros, no lo hicimos.
  2. ¿Qué trato uno requiere de los demás? y ¿qué trato uno está dispuesto a dar a los demás?. Diferencias y similitudes.
  3. Recordar situaciones en las que al tratar a otros como a nosotros mismos se experimentó una beneficiosa sensación.


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