«¿Cómo puede una persona decidir la dirección de su vida si está muy lejos de tener el control de su situación diaria? ¿Cómo puede una persona decidir libremente por el sentido de su vida estando sometido a las necesidades que se imponen desde su propio cuerpo? ¿Cómo puede decidir libremente encadenado como está a un sistema de urgencias económicas, a un sistema de relaciones de familia, de trabajo y de amistad que a veces se convierte en un sistema de desempleo y desesperación, de soledad, de desamparo, de fracaso de las esperanzas? ¿Cómo puede decidir libremente basándose en una información manipulada y en una exaltación mediática de antivalores capaz de mostrar como máximo modelo de comportamiento al poderoso que exhibe impúdicamente la violencia, la amenaza, el atropello, la arbitrariedad y la sinrazón?» (Silo, Charla de La Reja, 2005).
Este texto de 2005 refleja muy bien el momento actual. Y es que, lo que se vislumbraba hace 15 años, se ha agudizado y hecho firme.
Es difícil ejercer nuestra libertad y dar dirección a nuestra vida cuando el pacto por la justicia social se rompe cada día: guerras olvidadas e interminables, declaradas y no declaradas, que llevan al exilio a millones de personas; derechos que se recortan, se desmantelan (sanidad, educación y vivienda van camino de volver a ser lujos que no estén al alcance de todos); violencia de género, racial, religiosa, ideológica, psicológica avanzan cuando parecían haber retrocedido; se coarta el desplazamiento humano mientras el capital se mueve sin límites; la pobreza y la desigualdad aumentan en todo el planeta, que, a su vez, está en peligro...
«El gran capital domina no solo la objetividad gracias al control de los medios de producción, sino la subjetividad gracias al control de los medios de comunicación e información. En estas condiciones, puede disponer a gusto de los recursos materiales y sociales convirtiendo en irrecuperable a la naturaleza y descartando progresivamente al ser humano. Para ello cuenta con la tecnología suficiente. Y así como ha vaciado a las empresas y a los estados, ha vaciado a la ciencia de sentido convirtiéndola en tecnología para la miseria, la destrucción y la desocupación.
Hoy el mundo está en condiciones tecnológicas suficientes para solucionar en corto tiempo los problemas de vastas regiones en lo que hace a alimentación, salubridad, vivienda e instrucción. Si esta posibilidad no se realiza es, sencillamente, porque la especulación monstruosa del gran capital lo está impidiendo» (Documento del Nuevo Humanismo).
Pero, siendo conscientes de los condicionamientos que tenemos, podemos poner a las personas como lo más importante y tomar la decisión de modificar lo que esté a nuestro alcance para avanzar hacia la igualdad y los derechos sociales que nos permitirán ser más libres a tod@s y no solo a unos pocos privilegiados.
Podemos y debemos aspirar a un mundo en paz, no violento, con igualdad de oportunidades y derechos, a la vez que diverso en culturas, religiosidad, formas e ideas. Un mundo donde se valoren la solidaridad y la justicia social. ...Al fin y al cabo, lo que nos hace humanos.
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