La evolución
del ser humano está en relación directa con algunos descubrimientos
importantes; la conservación y producción del fuego, la domesticación de los
animales, la agricultura, la medida del tiempo, la metalurgia, etc. El Fuego
está inserto en el desarrollo del ser humano como elemento transformador. Desde
la conservación y la producción del fuego, fueron aprendiendo como elevar la
temperatura y aplicarlo en la creación de objetos mediante el empleo de los
hornos. No son hitos solamente externos, son también la manifestación de los
procesos internos, de relaciones y comprensiones nuevas en el ser humano. Todo
este proceso provocó experiencias y nutrió procesos espirituales que
transformaron al hombre.
En
muchísimos mitos de la creación, en las diferentes culturas tan lejanas y
distintas como pueden ser la mesopotámica, la china o la quiché (Guatemala),
siempre hay un dios alfarero o una diosa que crea a los seres humanos. La cerámica, es como la médula de la civilización. Es
como una vena que va por todo lo largo de ella. La podemos reconocer hasta el día de hoy jugando un importante papel en
muchos aspectos de los avances tecnológicos. Está presente en las comunicaciones,
en el recubrimiento de las naves espaciales (para su entrada a la atmósfera).
En los Mitos Americanos (Guatemala) Popol Vuh cuenta como hicieron el
primer hombre de barro y empezaron las lluvias, entonces al hombre de barro se
le doblaban las piernas y se caían. Eso es propio de una civilización
precerámica, no tenían suficiente temperatura.
En Mesopotamía (entre los ríos Tigris y Ufrates), se hace el doble de
Gilgamesh, Enkidu igual a este pero peludo. Es como son los adobes, con paja
para darle consistencia.
En la Biblia se lee que se tomó barro y se creó a Adán, y
se le insufló la vida a través de su nariz y con el soplo aumenta la temperatura. Se
esta pasando del barro a la cerámica.
El primer alfarero que consiguió, gracias a las brasas, endurecer la
forma que había dado a la arcilla, acababa de descubrir un agente de
transmutación. El fuego transforma la materia y al transformar la materia se
van produciendo transformaciones en el operador. A través del fuego y a cierta
temperatura cambia la cualidad del material, cambia el sonido, el peso, la
permeabilidad, se hace duro, cuando se rompe se fragmenta. Tenemos la cerámica a 800º C, aquí ya hay bastante desarrollo sobre los hornos y el dominio sobre el
fuego. El fuego era como un medio de hacer las cosas en menos tiempo, lo que la madre naturaleza
tardaba miles de años, ellos podían acelerar el proceso, pero también servía
para hacer algo distinto de
lo que existía en la Naturaleza, y en contacto con su fuerza interior es donde sentían
que podían modificar el mundo. Esta es la razón por la cual en las culturas más
arcaicas, los señores del fuego (el mago, el chamán) estaban cargados de
ciertos poderes sagrados.
Traemos este elemento casi prehistórico a este momento, con toda la
velocidad y el apuro de esta época. La velocidad con que uno anda y la
velocidad con que andan los materiales que trabajamos tienen tempos diferentes, y hay un choque. Para eso tenemos que regular la velocidad, a eso
le llamamos “paciencia”. Esto se hizo en una época en que las cosas eran lentas
y al traerlas a esta época se producen estas colisiones. Uno quiere obtener
resultados rápidos y vas forzando al material. El material no admite esa cosa
tan rápida, se te quiebra, se te rompe y tú no sabes a qué se debe; se debe a tu
velocidad, tu tiempo, que no es el tiempo con que trabajan estas cosas. El
material tiene su tiempo de secado y su tiempo de cocción, hay que respetarlo.
La arcilla es elástica y
posee gran plasticidad. Se deforma fácilmente por la presión, pero necesita de
todo un proceso de amasar para sacar el aire, que repercute a la hora de cocer
el material y llevarlo a cerámica, todo ese trabajo de pulcritud previo es
importante en el proceso final.
El amasado, es de especial importancia,
pues según se amasa la arcilla ayuda a soltar tensiones. Con el amasado pueden
ir apareciendo tensiones posturales y tensiones internas: mi pieza es peor que
la del otro, no me va a salir nada, etc., lo importante no es el resultado artístico sino la superación de estos
límites que van surgiendo. Y se trata de ver cómo producir una imagen en
arcilla desde adentro, inspiradora, desde un lugar distinto a las prisas de lo
cotidiano.
Aprender cómo manejar el material, y observar qué pasa con uno mientras
está en ese trabajo. El trabajo con la calma y la paciencia, el tratar de
sentirse a uno mismo y al de al lado, son también temas a tener en cuenta,
sobre todo desarrollar el buen trato,
con otros y con uno mismo.
Próximo taller del fuego: Junio (fecha por confirmar)
Más info: proyectoshumanistas@yahoo.es
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