domingo, 10 de diciembre de 2023

Manifiesto: «Derechos humanos, ¡hagamos que se cumplan ya!»


Hoy hace 75 años, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Esta declaración fue redactada después del horror de la Segunda Guerra Mundial. Los terribles crímenes contra la humanidad que se cometieron en la contienda, llevaron a que las naciones con mayor peso internacional, se lanzaran a la redacción de una serie de derechos que exigían el respeto a la vida y dignidad humanas.

Este documento ha sido ratificado desde entonces por 192 países. También podemos asegurar que, en mayor o menor medida, el documento ha sido incumplido por esos mismos 192 países. Así que, 75 años después, celebramos la existencia de los Derechos Humanos al mismo tiempo que denunciamos su incumplimiento.

No debería ser esta fecha, pues, sólo motivo de conmemoración, sino que deberíamos convertirla en un día para la reivindicación. ¡Desde aquí exigimos que se cumplan los derechos humanos ya!

Un simple vistazo a la situación mundial muestra claramente el incumplimiento que denunciamos. El informe de Amnistía Internacional de 2022 advierte incluso del “deterioro” en el respeto de los derechos humanos en los últimos diez años y destaca algunas de las situaciones más relevantes de su vulneración.

Actualmente hay 56 conflictos armados en el planeta. Aunque la mirada de los grandes medios de comunicación esté centrada en la guerra en Ucrania o en el genocidio que se está llevando a cabo en Gaza contra el pueblo palestino, no podemos olvidar Yemen, Sudán, Níger, Mali, Birmania o Irak, por poner un pequeño ejemplo de lugares donde la población civil es asesinada indiscriminadamente por ejércitos o grupos armados.

Amnistía Internacional señala igualmente la crisis alimentaria que afecta a las naciones más pobres y colectivos más desfavorecidos. También la crisis climática, que causa inundaciones, sequías, olas de calor e incendios provocando muertes y pérdida de los medios de subsistencia. En muchos lugares, hay un respeto nulo a los derechos de las personas LGTB; no podemos olvidar que en 11 países del mundo la homosexualidad se castiga con pena de muerte y hay hasta 67 estados que la declaran ilegal. La mitad de la población mundial, todas las mujeres, están en situación manifiesta de desigualdad con respecto a los hombres. Solo en España, en lo que llevamos de año, 55 mujeres han sido asesinadas, víctimas de la violencia machista. Denunciamos también la vulneración de los derechos de las personas mayores. Desde aquí exigimos que se investiguen los 7.291 fallecimientos de mayores en residencias de la Comunidad de Madrid durante la pandemia del COVID, por no ser derivados a los hospitales.

Hay que destacar y denunciar el doble rasero que las potencias occidentales aplican a la hora de valorar el cumplimiento, o no, de los derechos humanos. La salud, la educación, el clima, el futuro de los jóvenes, los derechos de las minorías... todo queda en suspenso cuando los intereses económicos o geopolíticos entran en juego.


Es prioritario contar con un orden internacional basado en unas normas que se apliquen de manera efectiva y coherente EN TODOS LOS LUGARES y no solo donde les interese a las grandes potencias. Resulta sospechoso que, en nombre de los derechos humanos, se produzcan en ocasiones intervenciones militares comandadas incluso por la ONU, en que se bombardean países, se invaden territorios y se causan daños irreversibles para la población civil. Mejor que se envíen médicos, medicinas, educadores, medios de transporte, semillas, tecnología para desarrollar los recursos productivos...

Esas intervenciones armadas, aunque se califiquen como humanitarias, crean peligrosos precedentes y refuerzan un rol militar de las Naciones Unidas que va contra su propio fundamento. En las últimas décadas hemos visto demasiados ejemplos de cómo se ha utilizado el concepto de paz y solidaridad internacional para comprometer la soberanía y la autodeterminación de los pueblos.

De todos es sabido que hoy estamos en condiciones de acabar con el hambre en el mundo. Que una porción del gasto militar bastaría para garantizar la salud, la educación y la calidad de vida de todos los habitantes del planeta. O que la crisis climática podría ser frenada gracias a la ciencia y la tecnología. Nos encontramos en un momento histórico en el que por primera vez se pueden resolver estos problemas. Y, sin embargo, la mayoría de la población mundial mira con temor y desesperanza a su futuro.

Se entiende esta paradoja enmarcando toda la situación en un sistema de economía de libre de mercado. Un sistema en el que el ser humano no es el valor principal. Por lo tanto, si decimos defender y reclamar el cumplimiento de los derechos humanos, tendremos que reclamar con todas nuestras fuerzas el fin de este sistema cruel que tiñe todo.

Hay que repetir esto: no es la falta de recursos el problema principal, es este sistema el que atenta contra la concepción universal e igualitaria de los derechos humanos. Es imposible avanzar en su aplicación efectiva si no se cuestionan los dogmas del capitalismo

Hace 30 años, en una de sus cartas sobre la crisis social y personal, Mario Rodríguez Cobos, Silo, desarrolló con certeza y brillantez el tema de los Derechos Humanos. Allí afirmaba que no tienen la vigencia universal que sería deseable porque no dependen del poder universal del ser humano, sino del poder de una parte sobre el todo. Y que la lucha por la plena vigencia de los derechos humanos lleva, necesariamente, al cuestionamiento de los poderes actuales.

Esto nos coloca de nuevo en la necesidad de hacer real la mayor reivindicación de los Humanistas: colocar al ser humano como valor y preocupación central. Y a la no violencia como única metodología de acción válida.

Volvamos a Silo para terminar con una cita que nos recuerda la dignidad de todas las personas:

"Yo creo -dice Silo- que en todos nosotros hay algo muy grande. Pero parece que para quedar bien tenemos que decidir que somos insignificantes. No somos insignificantes.

En todo pobrecito que está en las peores condiciones, que no sabe leer ni escribir, que está sumergido en la pobreza, que está desterrado de la sociedad; en todo pobrecito que encuentren en la calle, hay algo muy grande. Y cuando ese pobrecito sufre es algo muy grande que clama al cielo".

Rebelémonos contra el dolor y el sufrimiento en la sociedad humana. Hagamos, para empezar, que se cumplan los derechos humanos ya.


Organizado por: Convergencia de las Culturas, Partido Humanista, La Comunidad para el Desarrollo Humano, Mundo sin guerras y sin violencia, Centro Mundial de Estudios Humanistas, El Mensaje de Silo, Observatorio de la no violencia, FICNOVA...

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