La historia
de los seres humanos va muy unida al fuego. Los homínidos existen desde mucho
antes, pero hay un momento en el que se establece la relación con el fuego, se
recoge, se conserva, se lleva de un lado a otro en los primeros hornos… Y esa
relación será lo que lleve a los homínidos hasta los seres humanos tal como
somos hoy en día. Ese fue el mayor salto hacia la humanización, entendida como
una conducta intencional.
Ese fuego
que se producía en incendios, volcanes, etc. fue “capturado” y convertido en
parte de un estilo de vida, donde había hogueras y luz para iluminar las cuevas
y la noche, fuego para cocinar, calentarse, etc. Fue una verdadera revolución.
La preocupación
por conservar ese fuego –que si se perdía se podía tardar en recuperarse
incluso generaciones– tuvo mucho que ver con las mujeres, las cuidadoras del
fuego.
Y se comenzó
a desarrollar toda una tecnología para conservar ese fuego. De ahí surge el
horno, inicialmente un agujero en el suelo, cubierto de piedras. También
pequeños hornitos de barro para transportar el fuego, barro que se iba
endureciendo con el calor. Y se va haciendo evidente que el fuego produce
transformaciones en las cosas y que la materia cambia…
Más tarde,
miles de años después del inicio de la conservación del fuego, se aprende a
producirlo, dándose otro gran salto de enormes repercusiones. Porque se ganan
una autonomía y un poder nuevos.
Son momentos
de inspiración (coger el fuego, producirlo) que llevan a cambios para toda la
especie. El ser humano empieza imaginando las cosas y luego las va
realizando. Imágenes revolucionarias.