Sagrario Tejedor | En los talleres del fuego hemos trabajado con la arcilla llevándola a cerámica,
fundiendo bronce y vidrio desde 900º a 1.300º. Se parecen mucho los tres,
necesitan mucha temperatura, la diferencia es que tanto el vidrio como el bronce
toman la forma en caliente, con molde o soplado (en el caso del vidrio) y la
cerámica toma la forma en frío, en eso es diferente, pero el vidrio y la
cerámica se parecen en la bajada de temperatura, si es rápida quiebran, en eso
cambian respecto a los metales donde la subida como la bajada pueden ser rápidas.
En la Edad del Bronce se produce un cambio social, surge la
escritura, las primeras ciudades, la agricultura cambia. En general, cambian las
relaciones y el modo de vida.
Algunos pueblos más primitivos, fueron capaces de fundir el hierro
y forjar nuevos artefactos de guerra y pelearon con los del bronce y sus
espadas se partieron (el bronce es un metal duro, pero al golpearlo fuertemente
quiebra por que es demasiado rígido) y los del hierro vencieron por una tecnología
superior, no por ser una civilización superior. Unos llegaron al hierro sin pasar por el bronce y los otros no llegaron
al hierro.
Hoy vivimos en una sociedad tecnológicamente avanzada, eso
no quiere decir que el cambio humano vaya a la par, queremos llegar a otros
planetas, pero seguimos masacrando a millones de personas con guerras,
hambrunas, enfermedades sin tratar, etc.
Necesitamos un cambio profundo en el interior del ser humano para dar dirección a las tecnologías y que se utilicen a favor de todos. Toda herramienta es buena o mala según cómo se utilice.
En el taller dedicado al hierro, este se coloca en el crisol para fundirlo en la
fragua a 1.400º y volcarlo en los moldes, preparados previamente donde tomará forma. Todo este proceso va produciendo imágenes, sensaciones muy interesantes e
incluso inspiraciones que se pueden observar y darles una dirección interesante (como Pitágoras se inspiró, para crear compases de las notas musicales, al oír los
sonidos acompasados del martilleo al forjar el hierro) y para eso nos ayudan las tres cualidades de las que siempre hablamos en estos talleres: pulcritud permanencia y
tono.
Permanencia, no abandonar el interés conjunto y personal del
taller. Tono, atender al conjunto en la función que desarrolle y a
uno mismo. Pulcritud, cuidar el ámbito para que todo esté dispuesto con
una actitud de buen trato hacia los demás y hacia uno mismo y al terminar dejar
todo recogido y ordenado.